divendres, 7 de març del 2008

Eleccions generals 2008



Con orgullo democrático

La misión de los intelectuales, los artistas y los ciudadanos que trabajan en la cultura es abrir campos de meditación y debate para iluminar la realidad. Entender el compromiso político como un adorno coyuntural en el que algunos nombres famosos apoyan una determinada opción electoral, supone una degradación de la verdadera tarea cívica de los intelectuales, que no pueden ser ni comparsas del poder, ni almas puras alejadas de las contradicciones de la realidad, ni voces arrastradas por las urgencias de actualidad superficial. La vinculación política de los intelectuales no puede carecer de una meditación de fondo.

Vivimos momentos de claudicación política en el que los valores democráticos imprescindibles están cada vez más humillados por la presión neoconservadora de una derecha que refunda con tonos imperiosos y agresivos su ideología y que pretende liquidar los ámbitos sociales y comunes del Estado. La dignidad democrática se pone en duda cada vez que se juega con el carácter laico de las leyes, cada vez que se deteriora un sistema de impuestos progresivo que asegure las inversiones públicas y los amparos sociales, cada vez que se cuestionan las libertades cívicas que facilitan el respeto y la igualdad entre todos los ciudadanos, cada vez que se hace demagogia con la dignidad y los derechos de los inmigrantes, y cada vez que se niega a la sociedad su derecho a participar de una forma completa en la vida política y a elegir con sus votos al Jefe del Estado.

Ahora que las presiones del pensamiento conservador son más agresivas en la vida nacional y en los ámbitos internacionales, la defensa de los valores democráticos parece encogerse. Asistimos a un espectáculo de humillación democrática cada vez que el Estado somete sus medidas fiscales y los derechos sociales de los ciudadanos a una rifa electoral o a las exigencias de la voracidad empresarial, cada vez que una mujer es desamparada por el Estado cuando necesita interrumpir un embarazo no deseado, cada vez que nuestros representantes se arrodillan ante los privilegios de la Iglesia Católica y cada vez que se abandona la ilusión republicana a favor de una exaltación monárquica que hoy representa un vestigio de un pasado caduco.

Por eso no podemos reducir nuestra preocupación a una llamada coyuntural al voto útil. Queremos ser protagonistas decididos de la historia y de los cambios que necesitamos para apostar por una sociedad más democrática y más justa. Queremos defender con pasión la dignidad de la política. Pedimos el voto para Izquierda Unida, porque es la opción que representa con firmeza nuestros valores. Sólo la presencia de Izquierda Unida en el Parlamento hará posible que el PSOE gobierne en la próxima legislatura a la izquierda, en diálogo con los sindicatos y los movimientos sociales, sin plegarse una vez más a la presión de los intereses más conservadores de nuestra sociedad. Ahora más que nunca, cuando la derrota de la derecha está asegurada por los errores de la crispación y por las tensiones internas del Partido Popular, defendemos con orgullo democrático nuestra ética socialista, laica, igualitaria y republicana. Y una opción política que la representa.